viernes, 8 de abril de 2011

Crónica de un comisario de arte 2.0 en DEARTE. Día 2 (parte 3ª)

De 14:30 a 17:00 fueron las llamadas horas tranquilas. En ese horario, y durante todo lo que duró la X Feria DEARTE, se podía visitar sin agobios la exposición. Prácticamente no había nadie de 14:30 a 16:00, por no haber no estaban ni lo artistas... pero a partir de las 16:00 es cuando comenzaron a entrar de nuevo visitantes, aunque de una en una. También es cuando los propios artistas, algunos, volvieron. Y es cuando pudimos charlar un rato más amplio debido precisamente a que no teníamos que estar constantemente en "modo alerta".

“! Qué ¡ ¿Has vendido algo?" Era la frase de iniciación. Y hasta ese momento la respuesta era siempre la misma: "No". Siempre acompañada de un gesto bastante significativo: Subir los hombros mientras se torcía la boca. Y en el rostro del artista una mezcla entre tristeza y aun esperanzas. Era el primer día, y ni siquiera se había inaugurado la feria. En esos momentos, aunque yo tampoco había vendido aún, me hacía cómplice de su sentimiento, y les intentaba animar de corazón. Seguidamente hablábamos de su arte, de las técnicas usadas, de las horas invertidas en cada lienzo, en cada escultura, de los encargos... de sus talleres. Yo les hablaba de mis artistas, de sus técnicas, de cómo llegaron a exponer en DEARTE, y de mis escritos. Porque todos me preguntaban "¿Tu eres artista?" .eso en el caso de que ya habíamos hablado antes, sino directamente me preguntaban mirando las pinturas de Alfonso de la Vega "¿Tu eres el autor?". Siempre me sonrojaba, aun no sé porqué, y les contestaba que "no soy artista, como mucho escribo". Y precisamente en una de las veces que dije mi ceremonial frase, me contestaron "Yo también", era Gloria Álvarez. Desde aquel momento hablamos de arte y literatura, de poesía, y sensibilidad creativa, cada vez que teníamos un momento, o que simplemente coincidíamos en el pasillo que unía su zona con la mía, las cuales colindaban. Precisamente esta pintora de gran corazón tiene como yo un grupo en el Facebook como reunión de poetas, y al que me agregué en el momento que terminó la feria.

Después de hablar con un artista, seguía "la ronda", y al cruzarme con otro, poco a poco ambos íbamos reduciendo el paso, para a continuación iniciarse de nuevo una conversación: "!Qué¡ ¿Has vendido algo?"... Y así una y otra vez durante toda la feria. Siempre aportando un granito de arena a nuestra relación, después de parte de venta y estado anímico y de moral. Siempre repetíamos el mismo ritual. El cual se perfeccionó de tal manera que incluso lo hacíamos a distancia, con tan sólo preguntar "¿Qué?". He de decir que las veces que la respuesta era "he vendido una obra" o incluso cuando me decían "he vendido todo"... se les iluminaban la cara, y me contagiaban el optimismo. Al igual que espero que se los contagiara yo a ellos cuando les decía que había vendido alguna obra.

Así fue como conocí a varios artistas interesantes, profundizando como es natural con los que estaban más cerca de mi zona. Como fue el caso del artista japonés Mirai Kobayashi. Su estilo llamó mucho la atención en la feria, y llegó a vender vario cuadros. A mí me gustó personalmente por su elegancia, sencillez, y pureza. Lejos de lo figurativo, jugaba con los colores ocres sobre fondo blanco, y sobre los primeros corrían fórmulas matemáticas, líneas que parecían los laberintos de los circuitos, y otras formas elegantes, casi imperceptibles a veces,  casi siempre de un brillante dorado. Algunas parecían simular placas de bronce sobre el lienzo, en otras jugaba con las formas aleatorias generadas por manchas de café. En este particular, me dijo en una ocasión "acércate, ¿Hueles el café?". Y sí que olía aún a café esa obra... Me encanta cómo juega entre la lógica y el caso, el orden y lo aleatorio, el arte y la ciencia. Como le dijo Alfonso de la Vega: "Aquí vemos tu parte de artista y tú parte lógica", insinuando con la mirada que ambas eran naturales en una persona de origen Japonés. Aun no sé cómo se lo tomó Mirai.

¿Existe el Tiempo?
Antonio Calleja
Ciencia y arte. Precisamente había en la parte inferior de la Feria un área dedicada a esta temática. En esta zona un artista también singular hacía doblete, pues exponía allí y en "mi" área. Por lo que tuve el honor de representarle también cuando hubo ocasión. Me refiero a Antonio Calleja, el cual se planteaba preguntas científicas sobre el tiempo y el espacio, y las respondía en sus lienzos, a través de las formas y el color. Con el propio Calleja tuve la oportunidad de hablar al día siguiente, por lo que habrá que esperar hasta la siguiente crónica para saber de qué hablamos...

Por supuesto estos artistas eran con los que hablaba cuando realizaba la "ronda" por la primera planta de la Feria, pero con los que más hablé, como es lógico, fue con Alfonso de la Vega y Casto Solano, con los que compartí muy buenos momentos, y largas e interesantes charlas. Hablábamos de lo humano y de lo divino. De arte y del futuro del arte. Y también con los simpáticos Ángela Teunissen y su marido Erik, de Ámsterdam pero afincados en Madrid, y que viven a caballo entre ambas ciudades. La obra de Ángela también llamó mucho la atención. Ella trabaja el vidrio, el cual "sopla" ella misma y le da las formas. También trabaja la piedra y el metal, y normalmente combina todos los materiales. En concreto para DEARTE trajo una colección de piezas de vidrio y plata, dos de ellas combinadas con metal, las cuales representaban emociones humanas como la perseverancia, el amor, la pasión... Ángela exponía justo enfrente que Alfonso de la Vega, por lo que estábamos todo el día juntos. Incluso la mesa situada bajo los cuadros de Alfonso, y "centro de mando" mío,  tenía tarjetas y varios catálogos de la artista de los Países Bajos.

Casto Solano y
José Barcia
Alfonso de la Vega y
José Barcia
Ángela y Erik Teunissen
y José Barcia
También tuve la oportunidad de conocer más profundamente aquel muchacho que a principios de la mañana me había prestado el pincel y la pintura, y que no era ni nada más ni nada menos que el artista ganador del premio "Un Futuro DEARTE”, Toni Font. Me habló de su obra, la cual es también interesante. Consiste principalmente de sobreponer dibujos que conforman un verdadero bestiario personal del autor, un grupo de símbolos creados por él, sobre recorte de periódicos. Lo que le da doble lectura a su obra, y múltiples niveles. Me enseñó el premio recibido, aparte de tener todo el stand para él, y lo que más me llamó la atención era que el premio era personalizado. Consistía en una placa metálica con la forma de uno de sus símbolos metida en una preciosa caja recubierta de terciopelo. Y como fue ya una costumbre, de lo profesional pasamos a lo personal, y hablamos como ambos echábamos de menos a nuestros pequeños, ya que Toni al igual que yo hacía tan sólo unos meses que se había estrenado como padre. Y al igual que yo estaba lejos, más lejos pues mientras yo venía de Sevilla, el hacía lo propio de Tenerife.  Así que hablamos, y nos enseñamos mutuamente las fotografía de nuestros vástagos, eso sí, ya no se lleva lo de enseñar las fotos de la cartera, sino que ambos sacamos nuestros flamantes móviles de última generación y pasamos unas 299 fotos... menos mal que ambos somos personas consecuentes, y sólo mostramos las 10 primeras.

Entre ronda y ronda, se aproximaba la hora de la inauguración, por lo que me dispuse hacer otra visita al baño, para renovar mis improvisadas vendas hechas de trozos de papel higiénico para mis maltrechos pies. 

Eran las 18:30. Ya había muchas personas en la sala. La mayoría de ellas muy bien vestidas, estaba claro que estaba ante una parte de la sociedad en la que no sólo "bastaba ser la mujer del César sino también había que aparentarlo". Eso sí, de gran calor humano, lo que destrozó mis prejuicios. Muchas personas se acercaban a la que bautizaron como "la niña" de Casto Solano, una escultura hiperrealista de una niña sentada escribiendo sobre un libro. Y me preguntaban por ella, casi como si estuviera viva. Lo mismo ocurrió con la otra obra de Casto, la que igualmente los visitantes re-bautizaron como "la mujer", y de la misma forma se quedaban maravillados por el hiperrealismo, sobre todo por la "mirada de la mujer", como solían decir. Y cómo ocurría con "la niña", me preguntaban por el autor, incluso por la técnica, la cual era bronce, pero tratado con ácidos para conseguir el color de la piel, del cabello, de la ropa... lo que sorprendía a propios y a extraños. Lo mismo ocurría al acercarse a la obra de Alfonso de la Vega. Me hablaban del color, de cómo les "hipnotizaba", o sencillamente decían tras un rato callados asintiendo con la cabeza: "Es bonito". Mi profesor de literatura me decía que no usara nunca la palabra "bonito" en mis poesías, pero la verdad es que cuando me lo decían de una obra de los artistas que tanto apreciaba profesional y humanamente, me daba ilusión.

"Dragón"
Alfonso de la Vega
No recuerdo el número de veces que les hablé a los visitantes de las obras de Alfonso, en especial de "Dragón", o de "Líquenes". Al igual que cuantas veces expliqué una y otra vez, pero sin cansarme jamás, del significado de las formas de los preciosos vidrios de Ángela Teunissen. O cómo filosofaba con los visitantes ante la obra de Castilleja, hablando sobre la relatividad del tiempo, o sobre los conceptos profundos de la obra de Jesús Curiá y sus esculturas dinámicas "atrapadas"... Y como decía antes, lo que fue un verdadero punto de atracción a los visitantes: Las esculturas de "la niña" y "la mujer" de Casto Solano, sin minusvalorar su obra "Zeus", que era de pequeño formato, también en bronce, y que representaba aún torero, teniendo la peculiaridad de que  tenía partes móviles, como una placa que salía de la cabeza, u otra que salía de su pene. Sí, he dicho pene, lo has leído bien. Como clara referencia al "macho ibérico" o más bien clara crítica.

Poco a poco se fue llenando las tres plantas de la exposición. Ya no veía a nadie. Comenzó la actividad frenética que ya no paró hasta las 21:00, hora del cierre. Actividad que agradecí, y que me puso las pilas, a pesar del tremendo dolor de pies.  Y en un momento dado comenzó oficialmente la inauguración.

Eran las 19:00.

Acto Inaugural
 Javier Rojas, Elena Asins,
Agustín Medina y Miguel Tugores
Desde mi planta, la primera, había una especie de balcón a través del cual podía ver casi toda la feria, menos los stand que estaban bajo mis pies. Desde aquel lugar, ahora repleto de gente, pude ver el acto inaugural. Habían montado una plataforma sobre la cual había un atrio y los 5 protagonistas del evento. De izquierda a derecha, estaban: Javier Rojo (Presidente del Senado), Elena Asins (Ganadora del premio "Una vida DEARTE"), Agustín Medina (presidente de la Fundación DEARTE), Miguel Tugores (director de la Feria DEARTE y de la Galería Dionís Bennassar) y Toni Font (ganador del premio "Un Futuro DEARTE").

Todos tuvieron varios minutos para decir unas palabras, y luego se entregaron los premios. Las palabras que más me llamaron la atención las dijo Miguel Tugores, el hombre que me "captó", y que hablaban de la trayectoria de la feria DEARTE, y cómo apostaba por los artistas españoles, y dejaban su espacio a jóvenes promesas, que podían exponer con autores más consagrados. Dio un resumen, que aunque podría parecer "institucional", no lo era, pues luego, cuando fueron pasando los días, los visitantes que hablaban conmigo comparaban DEARTE con ARCO o con ESTAMPA, que en la mayoría de los casos venían directamente de la otra exposición, y decían exactamente lo mismo: "Prefiero DEARTE , porque ARCO se ha institucionalizado demasiado. Muestran artistas de difícil acceso, y en la mayoría de los casos siempre vienen los mismos. Es complicado que dejen espacio para los jóvenes talentos. DEARTE es más cercano, más asequible,  y más accesible. Hay muy buenas e interesantes obras, más variedad." Y a pesar de que pudiera parecer que no era objetivo, no tenía más remedio que darles la razón.

Miguel Tugores, Javier Rojas, Agustín Medina
"La mujer" y Casto Solano
Pocos minutos antes de comenzar el acto, vino Casto, el cual ya había hecho migas con Alfonso de la Vega, y hablaban muy a menudo. Cuando terminó el acto, tanto Miguel Tugores como Agustín Medina le mostraron la Feria a Javier Rojo. Y precisamente uno de los primeros sitios que visitaron fue la zona de Casto Solano. Javier Rojo, el presidente del Senado, se quedó maravillado con la obra del Vitoriano Casto, en especial con "la niña". Quedándose para la posteridad una foto de "familia de Javier  Rojas, Miguel Tugores, y Agustín Medina junto a la "mujer" y su creador Casto. Foto que hizo el que esta crónica escribe desde su Iphone después de conocer personalmente a tan ilustre grupo, salvo Casto y Miguel que como ya sabréis ya conocía...

Pasó el primer día, entre emociones y expectativas. Entre charlas animadas. Algunas profundas, otras superficiales del momento. Miradas buscadoras de complicidad entre comisarios y artistas. Rondas por toda la primera planta. Atendiendo a las preguntas de los visitantes. Profundizando en  mi amistad con Alfonso y con Casto. Hablando de arte, arte, arte... disfrutando cada momento. Siempre en la expectativa. Siempre alerta. Pero también con el susodicho dolor de pies, y mis maldiciones por la falta de previsión. Mis visitas al baño furtivas. La comida animada con los compañeros. Aunque no se vendió nada. Esa emoción se reservaría para el día siguiente, que fue como cuando los niños de San Ildefonso "cantan" el premio. Nervios, emoción, gente corriendo... pero eso es otra historia, que contaré en otro momento...

Llegó las 21:00.  Me fui cojeando hacía mi hostal. Cuesta arriba. Lo que normalmente hacía en 15 minutos, tardé 45 dolorosos minutos. A mitad de camino pensé en quitarme los zapatos, pero por no sentir el roce otra vez, decidí seguir: "Camina o revienta", me decía como la consabida película de Imanol Arias sobre el criminal "El Lute". Y camine, y caminé. Hasta llegar al hostal. Como el que llega al salvavidas que se le tira desde un barco mientras que estás a la deriva. Me quité los zapatos, me eché en la cama, suspiré, y dije: "Me ha encantado este día".


nota: Las fotografías han sido tomadas de la Web de DEARTE, el Facebook de Frank Palacios, la web de Antonio Calleja y mías personales.

viernes, 1 de abril de 2011

Crónica de un comisario de arte 2.0 en DEARTE. Día 2 (parte 2ª)

Emoción. Esa es la palabra que se respiraba en la Feria durante toda aquella primera jornada. 

Emoción de los artistas ante la expectativa de venta o de darse a conocer. Expectativa de sentir que su "arte" interesa, gusta, seduce... y en última instancia que había merecido la pena la inversión económica para poder exponer. Y ante todo esperanza e ilusión, mucha ilusión, generada por la imagen mental de salir el domingo con el pecho hinchado de orgullo y satisfacción, de haber vendido todo o al menos bastante de la obra expuesta.

Yo  sentía emoción, pero sin embargo estaba más cerca de la excitación ante una situación nueva para mi, o al menos en esa escala. ¿Expectativa? También la albergaba. Con la cabeza tenía la expectativa de poder vender mucho, todo si fuera posible, como satisfacción personal. Parte orgullo profesional,  parte sencillamente económica. El corazón quería que "mis" artistas pudieran salir tan contentos y satisfechos como quería salir yo. Curiosamente este deseo con el tiempo se extendió a muchos otros artistas que yo no llevaba pero que sí conocí personalmente en la Feria, y se incrementó cuando fue pasando el tiempo, y muchos no habían vendido nada, y toda expectativa se les fue tornando en decepción. Aunque me estoy adelantando.

Entró la primera avalancha de visitantes. 

En conjunto eran como una gran ola multicolor que llenaron todos los pasillos poco a poco, para luego despejarlos con el mismo ritmo de marea. Había gente de todo tipo, aunque ese primer día en general eran de apariencia digamos que "acomodada económicamente", lo que se hizo más patente a medida que se iba acercando la hora de la inauguración oficial, momento en el que vendrían la representación institucional. Normalmente iban en pareja, o en pequeños grupos, y alguno sólo o sola. Eran de edad mediana, siendo la mayoría personas mayores. Lo que era lógico, dado que era viernes por la mañana y muchas personas trabajan. Si tenían suerte, claro...

Avanzaban unos pocos pasos y se detenían ante una obra, intercambiaban rápidas opiniones sin dejar de mirar la obra, analizándola de arriba a abajo, pensando en qué lugar quedaría mejor en sus casa o en las casas de sus hijos o amigos a los que pretendía sorprenderles regalándoles arte. Era la "primera pasada", por lo que solía durar poco, ya que lo que hacían eran ver las obras que "de primeras" les gustaban o impactaban, memorizando donde estaban situadas para volver a pasar algo más tarde o en los días siguientes ya más tranquilamente. Muchos no confiaban en su memoria sabiamente e iban apuntando en una pequeña libreta el nombre del autor y algunas características de las obras, para recordarlas en la "segunda pasada". Digamos que eran los "profesionales" o "experimentados" en esto de las Ferias de Arte. Muchos ya curtidos en otras Ferias como ARCO o Estampa, incluso en esa misma mañana, en la que habían hecho un verdadero "maratón", el cual incluso para mi era difícil de concebir. En esta "primera pasada" salvo excepciones, no me preguntaron nada sobre los autores o sus obras. Sólo venían, se acercaban, en el mejor de los casos afirmaban en silencio, con aire de satisfacción, y se marchaban.

Mientras paseaba de un lado a otro de mi zona, intentando no levantar mucho los pies del suelo, para evitar así el dolor por el roce de los zapatos, miraba por encima de la gente, de la ola humana, y veía a otros comisarios, y artistas, y nos intercambiábamos miradas y sonrisas, que hablaban en silencio de la expectativa de venta ante la avalancha de posibles compradores. Pero al mismo tiempo, subíamos levemente los hombros a la par que torcíamos un poco los labios en señal de que aunque había pasado unas horas en esa situación aun no se había vendido. Eran gestos como diciendo "No, aun no hemos vendido, pero espera un poco más, seguro que ahora empieza lo bueno". En una sola palabra. Complicidad. Y no nos faltó razón, pues se vendió, aunque no me quiero adelantar en esto aun.

Cuando por fin pasó la ola. Comenzó "mi ronda", por todo la primera planta de la exposición. Andaba de una lado a otro, cuando no había nadie en "mi zona", pues si había alguien, me acercaba por si necesitaba algún tipo de información. A veces veía a algún visitante mirando detenidamente una obra. No quería sacarle de su estado de ensoñación. Estaba claro que estaba viajando a través de las formas. Y estaba disfrutando. Y yo disfrutaba al mirarlo disfrutando del arte, y más concretamente de un arte que conocía bien, y que ya antes me había cautivado a mí. Me preguntaba si estaría sintiendo lo mismo que yo sentí al verlo por primera vez. Si se estaba fijando en los mismos colores, y si su imaginación estaba "volando" por un mundo imaginario creado a partir de esas formas. A veces me acercaba e intercambiaba opiniones. Yo no quería vender por vender. Quería vender si realmente le gustaba al futuro comprador. Yo le mostraba el camino. Pues lo más importante no era saber de arte, ni de técnica, ni del autor. Lo más importante era que el comprador se "enamorara" de la obra. Sintiera esa "energía", ese "choque", ese "empujón" irracional y al mismo tiempo hermoso al ver una obra en concreto. Y yo le mostraba el camino de ese enamoramiento. Le explicaba lo que estaba sintiendo al contemplar la obra, y que yo captaba por su mirada. Por cómo miraba la obra. Por el movimiento hipnotizado de sus manos, y cómo se relajaba su respiración, mientras  los labios o bien estaban serios por una máxima concentración o estaban sonriendo de puro placer. 

Por desgracia, aunque se enamoraran de una obra que les mostraba, no siempre la compraban, principalmente porque encontraron otra. No mejor. Porque no dependía de que una obra fuera mejor o peor. Si no de muchos otros factores  como era el precio, pues aunque uno se enamorara la razón hacía acto de presencia en el momento justo antes de comprar.  También a algunos les influenció el hecho de que preferían esperarse a ver el resto de la exposición, dado que los visitantes comenzaban por mi zona,  por lo que el deseo de compra o pasaba, apoderándose del comprador la razón, o simplemente aparecía justo antes de abandonar la feria en otro stand, habiéndose olvidado de sus primeros impulsos. Vamos como en la vida misma con las relaciones de pareja...

Si no había nadie en mi área asignada, me metía por los stand, contemplando las obras de los demás artistas. Hablaba con ellos y con los comisario de arte, los cuales en muchos casos eran la misma persona, o un pariente, por lo general la pareja. Otras veces observaba como los artistas se detenían ante una obra suya contemplándola en silencio. Se podía adivinar que estaban reviviendo cada segundo de la creación de la misma con una sonrisa de satisfacción en los labios, y  melancolía en los ojos, pues tenían la sensación agridulce de querer vender, pero al mismo tiempo sentían pena de desprenderse de algo tan suyo. Esos momentos, tan humanos, fueron los mejores para mi.

Cuando no había nadie, y terminaba "la ronda", me sentaba a descansar los pies. Entonces comenzaron mis visitas al baño, el cual estaba junto a un stand de una agrupación de artistas, los cuales al acabar el día pensarían que tendría incontinencia o algo peor, de las veces que fui al baño. Allí me sentaba, me quitaba los zapatos, los calcetines-medias, e intentaba crear una especia de "mega tirita" con papel higiénico, mientras maldecía a los zapatos,  a mi estupidez por no haber traído nada para curarme, y a la mala suerte de que nadie de mis compañeros tuvieran unas tiritas o algo para aliviarme. Sacando fuerzas donde ya quedaban pocas, volvía a levantarme de aquel bendito baño, me recomponía delante del espejo, me lavaba las manos, y salía por la puerta disimulando lo mejor que podía el dolor.

Así, medio cojeando, aproveché para ver un poco mejor la planta intermedia de la exposición, y hacer una visita al futurista stand de Jesús Azogue. Allí hablé con el joven artista, el cual a pesar de su juventud tiene una más que interesante carrera artística, y lo que es más importante una fuerza creadora y un sentido del humor envidiable. En su stand tuve el placer de interactuar con su obra. Concretamente con "E-tree" . Había un teclado donde podía escribir lo que quisieras, e inmediatamente aparecía proyectada la frase en la pared formando parte de un árbol, cuyas ramas se movían como acariciadas por el viento. Yo escribí el nombre de mi hija...

Cuando llegué de nuevo a mi área, me comunicó Aurora, la coordinadora de DeArte, que podía salir a comer. Ya eran las 14:00 horas. El tiempo pasó volando. Nos íbamos a turnar, y mientras yo comía, otra compañera se encargaría de mi área, para que así nunca estuviera desantendida. Al cabo de 30 minutos  volví con fuerzas renovadas para asistir a la segunda jornada de aquel primer y expectante día de la X Feria DeArte, y en sí la más determinante: La Inauguración Oficial de la Feria.